Cuando llega la primavera, en el Sobrabe y Ribagorza, la
nieve de las cumbres del Pirineo empieza con su deshielo y los ríos que surgen
de esas montañas aumentan su caudal. El “mayenco” (la crecida) de los ríos Pirenaicos
es un espectáculo que alcanza todo su esplendor en los meses de Mayo y Junio. Ahora
somos “los de las barcas”, los que disfrutamos de esa época del río, en una
actividad deportiva que muchos hemos transformado en un medio de vida. Somos
las empresas y guías, que con neoprenos, cascos, chalecos y material de
seguridad aprovechamos al máximo los recursos que esos ríos y sus aguas bravas
nos están dando, y que otros, mucho antes que nosotros ya supieron entender,
hombres sobre balsas de madera que representan la historia y la capacidad del
hombre para aprovechar los recursos que tiene alrededor.
El transporte fluvial de la
madera extraída en los bosque del pirineo hasta Zaragoza o Tortosa, fue una
actividad clave en la economía de estos valles desde el siglo XVI. A través del río Cinca en Sobrarbe, del Aragón-Subordan en el valle d’Echo o del río Gallego,
se encuentran testimonios de este antiguo y peligroso oficio, con el que se
transportaban los troncos de madera desde las zonas productoras de la montaña
hasta el Mediterraneo.
Nabateros en los años 40 |
Los troncos, de grandes
dimensiones, se atacaban unos a otros, entrelazando los maderos con ramas de
sarga trenzada, creando grandes barcas, denominadas navatas, que podían tener
diversas secciones, un mínimo de una y una máximo de siete. Las barcazas eran
tripuladas con grandes remos por hombres que se jugaban la vida luchando contra
la bravura de las gélidas aguas de los ríos en esta época del año, las piedras,
saltos y resto de dificultades que se encontraban en su descenso.
El desarrollo de los medios de transporte, las
comunicaciones y el impedimento que supuso la construcción de los embalses y
pantanos, fueron mermando esta actividad y a mediados del siglo XX se dio por
desaparecida. Pero el sentido que esta práctica tiene para los habitantes del
Pirineo motivó que se fuera recuperando a partir de los años 80, pero ya no
como una actividad económica, sino como una manera de honrar la memoria de
aquellos valientes que recorrían los ríos pirenaicos a lomos de troncos, una
acertada metáfora de la lucha que muchas veces supone la vida en el Pirineo.
Desde el 21 de junio de 2013,
el Descenso de Navatas en el río Cinca es Actividad de Interés
Turístico de Aragón: “una actividad original y diferenciada con elementos
esenciales que la singularizan de las existentes en otros municipios,
consistente en finalizar la construcción de las navatas, realizada durante todo
el año, así como la botadura y navegación por el río Cinca, recuperando la
cultura del transporte fluvial de la madera en Aragón”. El esfuerzo de los
nuevos nabateros del Sobrarbe ha valido el reconocimiento oficial. Recuperaron
el oficio gracias a las lecciones de los nabateros que todavía pueden
transmitir sus conocimientos y así cada año, el penúltimo domingo de mayo a eso de las 11 h de la mañana, se inicia el
Descenso de Nabatas por el Río Cinca, que durante un par
de horas recorren el trayecto de 11 km entre las poblaciones de Laspuña y Aínsa.
“Para mucha gente de la Tierra Baja, la primavera la traían los
nabateros. Con ellos se acababa el invierno”. Severino Pallaruelo.
Que tengáis buen descenso y una buena primavera¡¡¡
Fuentes:
http://rtve.es/v/2067089